jueves, 6 de septiembre de 2007

Eligiendo al corazón salvaje (plagiando a Quentin y Lispector)



”Estaba sólo. Abandonado, feliz, cerca del salvaje corazón de la vida”

James Joyce


Dicen que el bicharraco de Tarantino fue escribiendo el guión de Reservoir Dogs a base de pulir los gags sacados de las conversaciones con sus compis del videoclub donde trabajaba. Vamos que creo que al pibe no se le ha vuelto a ver por allí por miedo a ser linchado por sus amigos cinéfilos terminales que aún deben estar dándose cabezazos contra la pared. Como si de las mil y una historias bowdenianas algún iluminado se sacara de la manga el clásico del cine patrio que aún está por llegar.

En Reservoir Dogs (y si alguno no ha visto la pelicula después de quince años que no lea esto para no enterarse del final) hay al menos dos arquetipos: el señor Naranja es el Judas Tim Roth traidor y el señor Blanco es, vía Harvey Keitel, el padre benevolente que perdona a su cachorro descarriado. Y se teoriza sobre si (muy recomendable el libro: "Sexo, mentiras y Hollywood", de Peter Biskind) el señor Naranja representa al propio Q y el señor Blanco es el hipotético padre que nunca tuvo...historias del cine indie para no dormir vaya.

Tarantino hizo poesía de la violencia porque es un tio muy listo, pero haciendo, como todo el mundo cada día, basura de la poesía, se me ocurre una interpretación mucho más tópica en plan “Betty la gavilán”. A saber: que puede que haya que elegir entre dos prototipos de individuos/as con los que compartirse: el/la macarra que te va a dejar, lo sabes, pero joder que divertido o el rollo m/paternal que te pasará por alto las tonterías y te hará sentir...nada ¿Seguimos (continuando la estela mitológica que empezó el maestro Martín hace dos posts) como hace tres mil años cuando Helena dejó al pestiño de Menelao y se fue con el cabroncete de Paris?

Yo pienso que no, la verdad, yo creo que también hay seres expectantes, en el centro de la vida y esperando que llegue un corazón salvaje, un/una salvaje pero con corazón para salvarles. Pero esto además de cursi es discutible...
De todas formas, si esto del salvajismo cardiaco no fuera cierto, tampoco es necesario creer sólo en patrones bicolores. A lo mejor no hay que decidir entre canallas naranjas, impredecibles (de los que siempre hay que temer que te dejen en una cuneta polvorienta al sur de Alabama o de Parla, que para el caso es lo mismo) o príncipes /princesas blancos (que le llenarán de enanos y les arrastrarán de compras con su madre). Puede que en el camino uno se encuentre con el señor Rosa, el señor Marrón, el señor Rubio (mi favorito) o el señor Azul y a ver que pasa...
Me estoy mareando, voy a poner la tele un rato en blanco y negro…

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