miércoles, 15 de octubre de 2008

Otro otoño


Bueno, ya definitivamente esto está muerto, así que ahora sí que se siente uno con libertad para escribir a gusto cualquier estupidez.
Escribir que el otoño en Madrid probablemente sea más llevadero que en cualquier otra parte, pero que aún así para sobrellevarlo: acudo a todo evento social-etílico-cultural que puedo (y en esta ciudad hay a patadas de eso), me he mudado y creo que voy a cambiar de trabajo (otra vez).

Esto -lo del trabajo- se está convirtiendo en costumbre (paréntesis: a más de tres repeticiones de cualquier cosa se le llama costumbre. A más de tres repeticiones al día de cualquier cosa se le llama rutina. A más de tres repeticiones al día de algo que te gusta mucho se le llama adicción y en este mundo, por lo visto las dos primeras categorías son algo bueno y la tercera algo malo, somos así de imbéciles. Cierro paréntesis). Lo que decía, costumbre: cada año, desde hace cinco, me cambio de trabajo.
Creo que seguiré así hasta 2011, año en el que tendré 35 y, o bien me autodestruyo en plan Fuga de Logan para ahorrarle a la sociedad el triste espectáculo de lo que puede ser mi vejez, o me iré al quinto pino con algúna ocupación del tipo coach profesional, monitora de pilates o algo igualmente absurdo en lo que no haya que trabajar mucho, puedas estar todo el día en chándal y se gane pasta fácil...
El caso es que para sobrevivir a los otoños, yo necesito cambios. Me ayudan a distraerme del hecho de que se acerca el fin de otro año más de mi vida y además, una vez que uno se pone no da ni pereza ni nada, en serio: que me cambio de ciudad, que te dejo de una puta vez, que me voy de este curro y ahí os quedáis....mmmhhh, se queda uno de a gustico...
Hombre, siempre hay agoreros, gentuza vamos, que te dicen que si eso es porque no estás contento con tu vida, que si eres un insatisfecho, que si es mejor aprender a valorar lo que se tiene en vez de estar siempre buscando otra cosa, porque así nunca se es feliz...
Yo sigo pensando que hay que estar un poquito muertecito por dentro para rebajar las propias expectativas antes de los 40, pero bueno, esa sería una discusión muy larga como para mantenerla aquí, más que nada porque mantener discusiones con uno mismo se llama esquizofrenia y ya bastante tiene una con lo que tiene.
Y es que yo no opino que cambiar sea bueno. Digo (me digo a mí misma, vamos, en este blog muerto) que sería mejor no querer más cambios, encontrar un hueco del mundo, como el que buscaban los protas de Brooklyn Follies, de Auster (y encontraban) y sentir que has llegado, que ya no quieres cambiar más porque estás donde quieres estar. Pero mientras uno encuentra ese sitio, mejor en marcha que parados, para eso ya habrá tanto tiempo...